La música y sus efectos en la salud. Resumen del original

 La música me ha acompañado desde mi niñez, yo diría desde que estuve en el seno materno en calidad de primogénito, pues seguramente mi madre me arrulló con su canto durante su embarazo y luego junto con mi padre, en el periodo de mi niñez y adolescencia me deleitaron con su bella música, la cual formó parte de mi formación y me acompañó, sobre todo, cuando estuve como encargado de un expendio de pan en los dos primeros años de mis estudios de secundaria, donde disponía de un pequeño radio, el que mantenía encendido durante las horas en que permanecía en ese pequeño negocio hasta que me sustituía mi madre. Mi contacto con lo que he llamado la buena música ha llenado gran parte de mi vida.

Escuchar una pieza musical agradable a nuestros oídos es volver a vivir, nos da tranquilidad a nuestra mente si sufrimos de estrés o ansiedad, si padecemos alguna enfermedad aguda o prolongada. La música tiene muchos beneficios físicos y psicológicos para la salud pues nos ayuda a regular nuestras emociones. En ese sentido su impacto es espectacular. Provoca la liberación de sustancias químicas en el cerebro que pueden generar reacciones emocionales y evocar recuerdos y sentimientos, además de promover los vínculos sociales. Agrego el comentario de mi dilecto amigo, el Dr. Armando Altamirano Jiménez, quien expresa que la música puede proporcionar efectos positivos como mejorar el estado de ánimo y del sueño, coadyuvar al alivio del dolor y la estimulación cognitiva, causar motivación para practicar el ejercicio físico, actuar sobre la expresión emocional y apoyar la conexión con otros individuos.

Durante mi niñez, juventud y en mis etapas de madurez escuché y disfruté buena música, la que programaban las estaciones de radio de la hoy Ciudad de México. Llegué a apreciar la música de las orquestas más destacadas de la Unión Americana. Por supuesto que me estremecí con la música de los Beatles y luego con el nacimiento de los múltiples grupos de música anglosajona. Primero el Rock and Roll, luego el Twist y el llamado Rock Pop. Fue una época de ensueño al escuchar también a los conjuntos musicales y solistas de nuestro país. También gusté y lo sigo haciendo, de la gran producción vernácula de Latinoamérica y el Caribe.

Realmente no he tenido inclinación por ningún tipo de música. La enorme variedad era totalmente de mi agrado. Gocé con los impactantes ritmos del Chachachá, Danzón, Mambo y el Dengue. Disfruté enormemente con la música de las denominadas Sonoras; y el mosaico universal de la música instrumental,, la de protesta y la de origen sudamericano.

Incluyo mi gusto por la música clásica con íconos inmortales, sobretodo de Europa; también de las bellísimas interpretaciones de los virtuosos de algún instrumento en particular. Agrego que siempre me ha apasionado nuestra música tradicional con mariachi, así como la norteña. Asistí a magníficos espectáculos en vivo cuando todavía se mantenían en el gusto del público los teatros Lírico e Iris, y luego el Blanquita en la Ciudad de México. Debo decir que ya en la madurez de mi vida escuché, en vivo a Ray Coniff, coros y orquesta, en la Ciudad de México, así como también a Los Platters en la Ciudad y Puerto de Acapulco. En mi amplio catálogo de cantantes figuran extraordinarios solistas de Europa y América, principalmente. Así como las voces extraordinarias de los cantantes de ópera.

Escuchar música es sumamente saludable; es como reír y carcajearse todos los días. Al igual que la risa la música es un remedio para la salud. Una mente sana generalmente se correlaciona con un cuerpo sano. Pero ahora tengo la impresión de que las nuevas generaciones de niños y jóvenes realmente tienen un repertorio musical muy limitado y que sus castos oídos están dedicados a escuchar música corriente, cuyo contenido es insulso y banal; porque es cosa de todos los días que algunas de las radiodifusoras de nuestro país y las locales, con sus obvias excepciones, programan materiales sin sentido, de mal gusto, que se recordarán cuando más una semana, principalmente de una corriente musical que ha invadido casi todo el país. ¿Estamos en franca decadencia social? ¿Es eso saludable? ¿Qué debemos hacer a nivel familiar y como sociedad?









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