Los pastores urbanos

 Se estima que el perro fue el primer animal domesticado por la especie humana, aunque no existe una fecha exacta de cuando inició esa estrecha relación, considerándose que ello ocurrió hace aproximadamente 15 mil años. Unos cinco mil años después se sumaron al pastoreo las vacas, cabras y ovejas, incrementándose el abanico alimenticio de los domesticadores, y en ese devenir del tiempo paulatinamente la expansión humana fue incorporando aves como el pollo e incluso insectos como la abeja. Los caballos, mulas, asnos, camellos, sirvieron fundamentalmente como bestias de carga y luego para traslado al conseguir dominarlos para ser montados. Se considera que fue el continente asiático en sus regiones central y oriental donde se dio la mayor domesticación; el caso es que hace 10 mil años los seres humanos ya no vivían solos en sus incipientes comunidades, habían aprendido a compartir su territorio con animales, vegetales e insectos de los que obtenían provecho para su subsistencia y probablemente ya habían iniciado una especie de trueque entre ellos.

Actualmente se conserva en las áreas rurales del mundo el pastoreo de diversas especies en donde intervienen niños, jóvenes y adultos de ambos sexos con el apoyo invaluable de sus perros y la domesticación en las áreas urbanas es verdaderamente impresionante por la enorme variedad de especies animales que existen en el planeta; sin embargo, las llamadas especies pequeñas han ganado terreno sobre las demás con un claro predominio de las múltiples razas de perros y gatos, además de una gran diversidad de aves. Puede afirmarse que casi no existen hogares sin que haya en ellas una convivencia con teles animales y obviamente su manutención implica un gasto permanente que llega a impactar de algún modo la economía de quienes los poseen.

Pero es el perro el que se lleva las palmas, siendo un animal muy dúctil y hasta cierto punto muy fácil de entrenar para cumplir con todo aquello que se le ocurra a la especie humana. Veamos algunos de su extraordinaria versatilidad pues existen perros cirqueros, captadores de drogas ilícitas, los que sirven como lazarillos de invidentes o de apoyo a las personas de la tercera edad, como guardianes caseros, asistentes en tareas de rescate en aquellos casos de fenómenos naturales que afectan al hombre: terremotos, inundaciones, deslaves de montañas, y otras, así como de apoyo para el traslado de personas con el uso de trineos; aunque su principal función es la de servir en calidad de mascotas.

He llamado pastoreo urbano al hecho de que las personas lleven a pasear a uno o más canes, generalmente por las mañanas a parques y jardines; en estos, diariamente se ven ejemplares de múltiples razas, los que casi estoy seguro esperan con ansia su salida del hogar que los cobija para darse el gusto de trotar alegremente al lado de sus dueños y en algún momento juguetear con otros perros e incluso desafiarlos si no existe entre ellos la empatía que generalmente se espera entre ambos, aunque el gusto les dura poco porque están a expensas del tiempo que para ello destinen quienes los pastorean. El caso es que los seres humanos están tan relacionados con esa actividad que puede decirse que forma parte de su cotidianidad y una manera de reducir el estrés que le ocasiona el ritmo de vida de nuestro tiempo. Así como la monta de un caballo resulta estimulante también el pastoreo urbano de uno o más perros ofrecen un momento de tranquilidad, de paz. Me atrevo a afirmar que escenas de esos modernos pastores también influyen cada día en las personas que las observan; es una forma de entretenimiento que despeja la mente; personalmente lo he vivido estos últimos años, lo que no sucede si se camina, trota o corre en instalaciones deportivas donde no admiten mascotas.

Y lo anteriormente mencionado se repite día tras día en todo el mundo, siendo ampliamente recomendable para que lo practiquen quienes puedan hacerlo, porque llevar una vida sedentaria y obligar a sus perros a permanecer sin mayor movilidad en los hogares resulta nada saludable para ambos. Así es que manos a la obra y disfruten lo que la naturaleza nos ofrece aunque sea en la brevedad del tiempo. Hacerlo es eminentemente sano y le permite a uno salir de la desquiciante rutina.

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