Medicina mediocre o de calidad

 Es necesario y conveniente hacer algunas precisiones con respecto a mi profesión médica. No pocas veces, la mayoría de las ocasiones por desconocimiento, se me ha cuestionado que no haya desarrollado un ejercicio clínico de la misma, habiéndolo hecho tan solo cuando cursé mi internado médico de pregrado en un hospital general del IMSS y luego mi servicio social en una localidad del área rural en los estados de Morelos (un mes en El Mineral de Huautla, Tlaquiltenango, Morelos, porque presenté mi renuncia por las malas condiciones del lugar, situación que invalidó mi servicio ahí) y de Oaxaca (un año completo en San Pedro Apóstol, Ocotlán). Fui becario cinco años en la Facultad de Medicina de la UNAM por la empresa Anderson Clayton Company y aspiraba a continuar una especialidad clínica pero la vida me llevó por otro sendero al declinar ese interés para desarrollarme en la Salud Pública, la pasión profesional de mi vida, lo cual se confirmó cuando realicé mis estudios de posgrado en esa disciplina en la antigua Escuela Nacional de Salud Pública de la SSA. Han sido muchas las satisfacciones por esa elección de mi vida. Laboré 33 años en los hoy SSO, seis en la Facultad de Medicina de la URSE, cinco en el COESIDA-CAPASITS y concluí en el Seguro Popular.

Ahora bien, no todos los médicos que ejercen en el mundo son clínicos, atienden en un consultorio público o privado, sean médicos generales o con alguna especialidad, o lo hacen en el medio hospitalario en las áreas de urgencias, en los servicios que ofrece el propio hospital incluidas la terapia intermedia y en las unidades de cuidados intensivos. El desempeño de los médicos no necesariamente es así, pues es muy variado, sin la necesidad de la clásica relación médico-paciente; hay quienes se dedican estrictamente a la docencia, al trabajo científico, realizan estudios de apoyo al diagnóstico clínico, como en los servicios de radiología e imagenología, patología clínica, histopatología, medicina forense y otros estudios. En todos los casos su intervención es sumamente valiosa. Así pasa con los Salubristas, los que nos dedicamos a la Salud Pública en sus diversas especialidades: no vemos pacientes de manera individual sino abordamos problemas del binomio salud-enfermedad para el beneficio de la colectividad; nuestra formación nos permite incorporarnos a la amplia gama de la administración de los servicios de salud, estamos preparados para dirigir programas, servicios y establecimientos de cualquier nivel del sistema nacional de salud. Aquí es trascendente señalar el error que con cierta frecuencia cometen los decisores políticos al colocar en esos cargos a médicos especialistas que no tienen ninguna capacitación ni experiencia gerencial. Cuando esto ocurre llegan a ocupar un escritorio y se anclan en él, no tienen idea de lo que son las etapas del proceso administrativo, ni sus interrelaciones, ni lo que son los manuales de organización y procedimientos, manejo del presupuesto, la situación epidemiológica y las determinantes de la salud del área a su cargo, vamos ni el protocolo de una reunión con sus colaboradores, etc.

Lo importante del ejercicio médico es que dicho profesional, en cualquiera de sus ramas o disciplinas aplique en la práctica los valores éticos y morales universales. Si algún médico no cumple con ellos es que pasó de noche la materia básica de Introducción a la Clínica o simplemente fue un estudiante mediocre, no impactaron en su vida el buen ejemplo de sus maestros, tuvo deficiencias de su formación en el hogar o acarrea todo un lastre de problemas de personalidad desde su niñez; incluso ¡un IQ menor a 90! En ese sentido, de los docentes, los sacerdotes y los médicos la ciudadanía espera un excelente trato, que inspire confianza y, en el caso de estos últimos no exclamen los pacientes: ¡Es un mal médico, me trata mal! Porque el paciente merece que se le reciba y despida de pie, que se le escuche, que se le vea a los ojos y se le explique todo lo que tenga que ver con su padecimiento, que si son indispensables el médico considere sus signos vitales y datos antropométricos y que no sea un profesional que se la pase mirando su reloj. ¿Qué opinión tiene Usted del ejercicio médico? ¿Es de calidad?

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