La vida pasa fugaz...

 

El título de este artículo tiene que ver con una antiquísima melodía cuya letra y tonada fue pasando de boca en boca, de generación en generación, estimándose su creación cuando vivieron los etruscos en Europa, entre los siglos VIII y III a.C. Cuando era estudiante en la ilustre secundaria No. 5, “Maestro Lauro Aguirre” en la colonia Morelos de la Ciudad de México, mi profesor de música, materia que con el tiempo desapareció, junto con la de Civismo, nos dio a conocer un antiguo cántico, el que recuerdo ahora:

“La vida pasa fugaz, llega la muerte a separarnos, cuando el banquete comienza apenas y el mundo empieza a sernos grato”.

El mencionado maestro la cantó y nos solicitó aprenderla en ese momento hasta que quedó complacido; y al menos a mí no se me ha olvidado desde entonces, ¡hace más de 60 años! Y es esa pequeña estrofa la que me ha conducido a reflexionar sobre los binomios salud-enfermedad y vida-muerte, ambos de alguna manera relacionados cuando correlacionamos a la primera con la condición biológica de vivir y la enfermedad con la posibilidad de morir. Y en ese contexto es que abordo el proceso que se da entre la especie humana día tras día los 365 que integran un calendario anual, periodo en el que ocurren alrededor de 134 millones de nacimientos en el mundo (¡270 mil cada 24 horas!) y fallecen 67 millones de individuos, a razón de ¡115 mil cada día! Datos del año 2022/OMS.

En ese lapso de un año poco más del 65% de las defunciones que se registran en el mundo es causada, según la propia OMS, por las siguientes 10 enfermedades (Millones de defunciones por cada una de ellas) 1. Cardiopatías (17.9); 2. Cáncer (10); 3.Neumonías (4); 4. Accidentes Vasculares Cerebrales (3.3); 5. Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica <EPOC> (3.2); 6. Enfermedades Diarreicas Agudas <EDAS> (1.8); 7. Diabetes (1.5); 8. Tuberculosis (1.3); 9. Accidentes de Tránsito (1.3) y 10. Suicidios (0.8). Existe un mundo de diferencia respecto de lo que acontecía epidemiológicamente hace casi 75 años, situándome en 1950 cuando la población mundial vivía 46.5 años en promedio frente a los 73 años registrados a nivel mundial en el 2023, mientras que la fecundidad era de 5 en aquel entonces contra el 2.3 en el año 2021, y aun así la humanidad sigue creciendo a un ritmo impresionante. Hace tres cuartos de siglo había un predominio de las enfermedades transmisibles sobre las crónico-degenerativas, los accidentes y toda clase de violencias, sobre todo en los países con menor grado de desarrollo social y económico, ahora sucede todo lo contrario, con excepción de lo que acontece, sobre todo, en el continente africano. De cualquier manera a pesar de los innegables y extraordinarios avances de la ciencia médica con el apoyo del desarrollo farmacéutico, particularmente de biológicos y antibióticos para la prevención, atención, control y en su caso eliminación, de las enfermedades transmisibles y luego de una extensa farmacopea para hacerle frente a los padecimientos crónicos y degenerativos, así como a la tecnología que permite salvar las vidas y disminuir los daños, de quienes han sufrido severos traumatismos por múltiples causas, el implante de órganos, la aplicación de prótesis en extremidades amputadas, el uso de la circulación extracorpórea en complicadas intervenciones quirúrgicas, la conclusión del fantástico genoma humano y la diversidad de aplicaciones que se esperan de él, etc., la rehabilitación e integración a la vida familiar y social, lamentablemente todo eso no ha sido suficiente para evitar el envejecimiento y escapar finalmente de la muerte, la que tarde que temprano nos llegará a todos los humanos.

Si, la vida pasa fugaz y de repente, si tenemos un buen sistema inmunológico, una carga genética excelente, un estilo de vida saludable, la garantía de una atención médica integral y la llamada buena suerte, probablemente lleguemos al final de nuestra vida en magníficas condiciones físicas y mentales, pero ello no evitará nuestra finitud con una falla orgánica múltiple. Por ello, es aconsejable vivir a plenitud ese corto tiempo de nuestra efímera existencia, que el banquete al que estamos invitados desde que nacimos se prolongue lo más extensamente posible en compañía de nuestros seres queridos con la sana pretensión de trascender y ser felices y hacer felices a ellos también.

Nota aclaratoria: Artículo ligeramente ampliado con casi 200 caracteres respecto al publicado en el periódico Noticias el sábado 27 de julio del 2024.





 

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