¿Algún día habrá paz en la Tierra?
Napoleón Bonaparte y sus parientes del mismo nombre, Adolfo Hitler, Joseph Stalin, Idí Amin Dada, Mao Tsé Tung, Benito Mussolini, Hirohito, Francisco Franco, Augusto Pinochet, Nicolau Ceausescu, Muamar el Gadafi, y otros tiranos dictadores que se han enquistado en el poder, y ahora más recientemente Vladimir Putin y Benjamín Netanyahu, han sido personajes que tuvieron en la evolución de la humanidad a otros antecesores tan siniestros y asesinos como ellos, como Alejandro Magno, los Césares en el Imperio Romano, Genghis Khan, Atila (llamado “el azote de Dios”), todos los que hicieron de la guerra una forma de vida, no solo para defensa de sus territorios sino generalmente para la expansión de los mismos a costa de la vida de millones de individuos de todas las clases sociales y religiones, heterosexuales y homosexuales, hombres y mujeres, niños y ancianos, sanos y enfermos o con alguna discapacidad, hechos que generalmente se desarrollaron a base de masacres, inmensa crueldad, sin ninguna misericordia, sin importar absolutamente nada el respeto a los derechos humanos y a sus propiedades; la idea cardinal es el exterminio, sin piedad alguna, de inermes masas de habitantes de vastas regiones o de sus opositores, principalmente en Europa, Asia y África. Tal vez el ejemplo más cercano y que nos dejó una profunda huella fue el llamado Holocausto en el que murieron alrededor de 40 millones de civiles y 20 millones de soldados de diversas nacionalidades, pero sobre todo de la ex Unión Soviética, me refiero a la 2ª. Guerra Mundial, en la que Adolfo Hitler se convirtió en el más sanguinario carnicero de todos los tiempos, seguido del caudillo ruso Joseph Stalin que eliminó a millones de sus opositores.
En nuestro propio país no pueden pasar desapercibidos quienes en su tiempo ostentaron un determinado poder y abusaron del mismo, como sucedió durante la conquista por los aventureros españoles comandados por Hernán Cortés, y antes por los tlatoanis de los pueblos originarios como los aztecas, y luego en el inicio de la guerra de Independencia con el cura Don Miguel Hidalgo a la cabeza y la salvaje conducción de Agustín de Iturbide al enfrentar a los ejércitos de la insurgencia, para luego, quién lo diría, consumar esa lucha con el reino de España y convertirse en el primer emperador de lo que sería nuestra nación; así mismo, el intervencionismo de los Estados Unidos de América para quedarse con más de la mitad de nuestro territorio nacional y posteriormente la flagrante ocupación francesa y la imposición de otro emperador, pero extranjero, para que enseguida el General Presidente Porfirio Díaz mantuviera un periodo de creciente progreso en aparente situación de paz, pero basado en un régimen represor que lo llevó a su renuncia y al exilio, y por último todos los caudillos de la llamada Revolución Mexicana.En prácticamente todos los casos los hombres del máximo poder en su respectiva época tomaron decisiones sin consultar a su población, solo se apoyaron en un séquito de leales colaboradores que siguieron al pie de la letra sus perversas decisiones. El modus operandi de organizar ejércitos se ha soportado generalmente con la llamada “leva”, el “levantón” de hombres, incluidos niños, como fue el caso de la Alemania Nazi. La mayoría, si no toda, esa caterva de sátrapas personajes (repito, por sus decisiones fueron asesinadas millones de víctimas inocentes) tuvieron o han tenido una personalidad psicopatológica que les permitió asumir el poder y manejarse sin escrúpulos, sin valores universales, saltándose códigos y leyes, llevados por una insana ambición personal, con alguna que otra excepción, por ejemplo Don Miguel Hidalgo. En el caso de la invasión rusa a Ucrania Putin ordenó la incorporación obligatoria de decenas de miles de jóvenes, quienes trataron de escapar al extranjero, pero pocos lo lograron.
La especie humana es el principal depredador de sus propios congéneres; la destrucción entre seres humanos es algo que traemos en nuestro ADN. Ahora mismo hay guerras en varios continentes del mundo. México no escapa a ese grave problema social. Muchos intereses están en juego. Así es que, hagamos lo que hagamos es difícil que haya paz en la Tierra.
No hay comentarios.: