La eterna rivalidad IMSS vs SSA

 La lectura de las páginas 368 y 369 del libro: “El médico, el rector”, que se refiere a las memorias del Dr. Guillermo Soberón Acevedo, cuya primera edición se publicó en el 2015 bajo el patrocinio de la UNAM, el Colegio Nacional y el Fondo de Cultura Económica, me hizo recordar los hechos sucedidos el 20 de marzo de 1982, cuando el presidente de México José López Portillo y Pacheco, concluyó una intensa gira de trabajo en nuestro estado, con el acto que se celebró en el auditorio del Hospital Regional “Presidente Juárez” del ISSSTE en esta ciudad, en donde se firmó el “Convenio de colaboración hacia la integración de los servicios de salud a población abierta”. Lo dicho por el insigne Dr. Soberón en el texto señalado expresa en general lo que pasó previamente al acto de referencia y luego durante el mismo, aunque su versión de este último no es precisamente como ocurrió en la realidad, pues el menciona que el Licenciado Arsenio Farell Cubillas, entonces Director General del IMSS, no quiso firmar el documento por cuadruplicado que le presentó un militar del Estado Mayor Presidencial, elemento que tuvo que volver con el servidor público para decirle en donde debería estampar su firma y rubricarlo, lo que finalmente hizo ante la sonrisa burlona del presidente quien se volteó hacia el Dr. Soberón para decirle “¿No qué no?, no hay borracho que no coma lumbre”. La verdad es que fue de otro modo, y lo digo porque fui testigo a unos cuantos metros de distancia pues actué como conductor del acto. El convenio ya había sido firmado previamente por todos los servidores públicos que tenían que hacerlo y estaban presentes, únicamente faltaba la firma del presidente como testigo de honor y la del Lic. Farell, que se había mostrado renuente a su firma. Cuando anuncié que López Portillo firmaría los documentos este los recibió de parte de un elemento del Estado Mayor y se los pasó ipso facto al director del IMSS, a quien no lo quedó de otra que firmarlo y rubricarlo en todos sus tantos; efectivamente, ante la sonrisa irónica del primer magistrado que sí volteó hacia el Dr. Soberón y le dijo algo. Ahí concluyó el evento. (Ver mi artículo del 04 de marzo del 2023/ Noticias, Voz e imagen de Oaxaca).

Pero lo más interesante de ambas páginas y las que le siguen hasta la No. 381, es la situación que narra el Dr. Soberón respecto a la complicada relación que tuvo con el Lic. Farell Cubillas desde que él era rector de la UNAM y luego como Coordinador de los Servicios de Salud de la Presidencia, cargo este último que lo catapultó a la Secretaría de Salud con el presidente Miguel de la Madrid Hurtado para el periodo 1982-1988, pues previamente un momento de gran impacto fue cuando el Dr. Soberón tuvo que acudir al presidente López Portillo para cancelar una solicitud del Lic. Farell, quien a tras mano le pedía al Lic. Ramón Aguirre, Secretario de Programación y Presupuesto que todos los centros de salud de la SSA pasaran al IMSS-COPLAMAR (Pag. 367). Ese hecho marcó entre ambos servidores públicos una pésima relación mientras concluía el sexenio, pero el Dr. Soberón salió airoso y logró su propósito de evitar el capricho de su contrincante. Sin embargo, el problema de las relaciones con el titular del IMSS continuó con el siguiente Director General, el Lic. Ricardo García Sainz, que le hizo la vida de cuadritos. Tales hechos revelan las dificultades para que se entendiera la función rectora de la Secretaría de Salud, pues desde su fundación el IMSS, el ISSSTE y el DIF permanecieron casi totalmente desvinculadas de la SSA y cada una funcionaba totalmente independiente y ahora era vital lograr esa rectoría para poder cumplir con los compromisos asumidos entre el Dr. Soberón y el Lic. De la Madrid.

La resistencia ha permanecido hasta el momento como lo demuestra el hecho de que el IMSS y no la SSA están terminando por absorber a los Servicios de Salud con el llamado IMSS Bienestar, pues el actual presidente se inclinó por el IMSS desde que inició su sexenio; le “comió el mandado” el Mtro. Zoe Robledo Aburto al actual Secretario de Salud, “florero” del sexenio, quien ni pio dijo cuándo ante sus ojos se tomó la decisión de desmantelar a la SSA, lo que no hubiera permitido el Dr. Soberón.

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