La atención primaria de la salud, prioridad nacional

 En la formación de las nuevas generaciones de médicos de nuestro país, las facultades y escuelas de medicina públicas y privadas, con el apoyo de la AMFEM, máximo organismo que las reconoce una vez que cumplen con sus estrictos criterios que norman su organización civil, tendrán que reconsiderar en sus planes de estudio el fortalecimiento y consolidación de la visión, misión y objetivos educativos hacia una profesión médica que tenga como prioridad la atención primaria de la salud, pues esta política y estrategia a la vez, es de tal trascendencia en la actualidad en países como el nuestro, que de ello dependerá que se modifique significativamente en el menor plazo posible el panorama epidemiológico que actualmente domina la situación de salud de nuestra población.

Hemos dado por décadas una mayor importancia a la formación clínica de médicos con aspiración hacia el amplio campo de las actuales especialidades de tal modo que la mayoría de los estudiantes de nuevo ingreso se imaginan desde ese momento en que su evolución natural deberá dirigirse a continuar su formación en un medio hospitalario de segundo o tercer nivel de atención para mantener un ingreso permanente (beca) y graduarse en una especialidad que casi le sirva de garantía para llegar a disfrutar de prestigio y solvencia económica, sea en el medio de la medicina privada o en nosocomios públicos o privados. Es decir, prevalece un real desinterés por terminar una licenciatura con un título profesional que solo ampare al recién graduado como médico general. Ciertamente que un elevado número de médicos generales recién graduados difícilmente acceden a continuar estudios de especialidad debido a la limitada oferta de espacios disponibles cada año y al complicado examen nacional para una residencia médica en el medio hospitalario autorizado por el sector salud y la UNAM. De ahí que los aspirantes que no logran tal propósito hasta en varias ocasiones, terminan por contratarse como médicos de los consultorios de la industria farmacéutica o si logran cumplir con el entramado de requisitos del sector público de la salud y tienen suerte, posiblemente puedan colocarse en algún establecimiento de primer nivel.

El cambio de rumbo en los planes de estudios de las escuelas y facultades de medicina debe estar dirigido a cumplir realmente la visión, misión y objetivos educativos para inducir el interés del estudiantado hacia la atención primaria de la salud, dejar de simular que su meta es la de formar médicos generales cuando realmente impulsan a sus alumnos a seguir una formación especializada. La idea es que los estimulen para que se interesen en la atención primaria de la salud, sea en el primero o segundo niveles de atención, pues el panorama epidemiológico de nuestro país así lo exige para abatir la morbilidad y mortalidad que se observa al examinar las 20 primeras causas en cada uno de los grupos etarios. Para lograr semejante reto es indispensable una real vinculación del sector público de la salud con las instituciones docentes y organismos que los regulan y apoyan, pues es obvio que no basta con una excelente formación de las nuevas generaciones de médicos dirigidas a las acciones de la atención primaria de la salud, las del amplio campo de la Salud Pública, sino que se vuelve un imperativo ofrecerles a los nuevos médicos generales la opción de una especialidad que cubra las necesidades de la atención primaria de la salud y por supuesto su contratación con salarios dignos, prestaciones sociales y económicas y la garantía de la basificación.

Tal vinculación debe prever que el Estado aprovechará la infraestructura actual, incrementará la cobertura de los servicios donde se requiera, ampliará, remodelará o rehabilitará la planta existente, se ocupará de mantener un programa permanente de capacitación formal y en servicio, además de supervisar y evaluar a los profesionales de la salud, para otorgarles a los mejores calificados reconocimientos y estímulos que los animen a la superación en una sana competencia individual e institucional. La meta central debe ser la modificación del actual perfil epidemiológico de México.

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