Grave la carencia de agua en la capital del estado
Han pasado las semanas y los meses de este 2023 a punto de concluir y no había tenido la oportunidad de abordar uno de los más graves problemas que puede vivir la ciudadanía: la carencia total de agua por un lapso tan largo como 7 u 8 semanas consecutivas. Precipitó la emisión de los siguientes comentarios el llamado telefónico y luego personal de una de mis amistades de muchos años que reside en la parte norte de la Colonia Refirma, quien, sin exagerar, me comentó la semana pasada que había llegado a la decisión de adquirir los servicios de una “pipa” de 10 mil litros para poder surtir su domicilio del tan importante líquido. Misma situación ahora padecemos los vecinos del sector sur de la misma Colonia Reforma, a pesar de que hemos liquidado ipso facto cada recibo que emite la dependencia bimestralmente.
Es de hacer notar que cada vez más la ciudadanía ha observado un notable incremento en el número de vehículos de motor dedicados a la venta del agua para “consumo humano”. ¿Se ha convertido en un pingue negocio la extracción, al parecer sin control gubernamental alguno, del agua que se encuentra en los mantos freáticos en municipios conurbados al de Oaxaca de Juárez? No se trata nada más de carros tanque de menos de 10 mil litros de carga, sino de vehículos de reciente adquisición que transportan el doble de los anteriores, mientras la ciudadanía sufre lo indecible en esta temporada del inicio del estiaje. Exhorto a las autoridades correspondientes para que informen a la comunidad cual es el manejo oficial que llevan a cabo para el control de las microempresas que están creciendo como hongos y que nos están dejando sin agua.Por otra parte, de 1994 a 1999 fui Director de Regulación y Fomento Sanitario de los Servicios de Salud de Oaxaca. Entonces, la Subdirección de Salud Ambiental era responsable del Programa “Agua Limpia”. Personalmente visité varias de las empresas que en ese entonces se dedicaban a la comercialización del agua. En todas ellas llevaban una bitácora escrupulosa para seguir los procedimientos de su purificación para el llenado final de sus garrafones, a los cuales se les colocaba un sello que garantizaba la calidad del producto; además cada envase de 20 litros tenía colocada su etiqueta con el nombre o razón social de la empresa. En ese sentido se mantuvo una política de cero tolerancia para evitar que las empresas ofrecieran garrafones fuera de la normatividad establecida por la Secretaría de Salud federal. Para ello, los verificadores sanitarios acudían regularmente a tales empresas para constatar el fiel cumplimiento de dicha normatividad y, en el caso de encontrar irregularidades se procedía a las consabidas sanciones administrativas, llegando a la suspensión y rara vez a la clausura por franca reincidencia.
En el caso de las pipas, los verificadores sanitarios visitaban los pozos de donde se extraía el agua, observaban si se cumplía con la cloración de la misma y cada vehículo transportador era objeto de revisión exhaustiva que comprendía hasta el estado de uso de las mangueras, la pintura epóxica del interior del vehículo, la limpieza del exterior, la presencia de la razón social y el letrero de “agua para consumo humano”, que posteriormente cambió simplemente por “agua para consumo”. Lamentablemente ahora hay un “boom” de pequeñas “empresas” que distribuyen sus garrafones en vehículos en pésimas condiciones de limpieza, camionetas viejas en cuya batea llevan apilados decenas de envases con un supuesto sello pero sin razón social alguna; me pregunto: ¿Esos micro negocios quién los vigila, quién los controla, cumplen con la normatividad sanitaria?; además, y lo más importante: ¿Qué procedimientos de purificación del agua llevan a cabo? Por ello hay una clara diferencia del precio con el que ofrecen esos garrafones con el que cobran las empresas que tienen décadas de establecidas y son garantía de calidad sanitaria. Me parece que no es cualquier asunto, pues se trata de la salud del pueblo, ya que si se carece del agua o está contaminada con heces fecales o con otras sustancias tóxicas el riesgo de enfermar es elevado. Recomiendo una estricta vigilancia gubernamental.
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