Añoranza
Es Navidad, y a temprana hora me encuentro de súbito con una fatal noticia publicada en Noticias, voz e imagen de Oaxaca: falleció el Dr. Otilio Leovigildo Silva García, con quien compartí la mitad de mi internado de pregrado en el Hospital General de Zona del IMSS en la Ciudad de Oaxaca, en aquel lejano periodo entre 1971 y 1972. Muy lamentable que tal hecho haya ocurrido precisamente el 24 de diciembre, fecha en la que la humanidad conmemora el nacimiento de Jesucristo y se departe familiarmente en la tradicional cena de Nochebuena. Pero así es la vida, no podemos decidir que nuestra partida terrenal sea en un determinado día del año, a menos que optemos por el suicidio.
La muerte del Dr. Silva García, muy reconocido en su especialidad y excelente padre de familia, a cuya esposa, la Dra. Gloria Inés Palacios Cuevas, le reitero mis más sentidas condolencias en estos difíciles momentos, me hizo recordar nuevamente los tiempos idos de nuestro internado de pregrado en el Hospital General de Zona No. 1 del IMSS en esta Ciudad; aquella etapa de nuestras vidas en la que apenas teníamos 23 años de edad y estábamos llenos de ilusiones ante un futuro que parecía promisorio al estar cerca de concluir nuestra preparación como médicos, pues luego del internado sólo nos faltaría el año del servicio social para cubrir ese gran objetivo y, por supuesto, el examen profesional. La vida en el hospital transcurría para nosotros con un sinfín de actividades que desarrollar durante el día y luego en guardias terciadas; si bien es cierto que el trajín era tremendo y en no pocos momentos sentíamos estrés y angustia cuando nos encontrábamos entre la vida y la muerte con pacientes en estado crítico, la fortaleza física y mental propia de la juventud nos permitió salir avantes de ese gran reto. Al concluir la licenciatura la mayoría de los nuevos médicos optó por realizar una especialidad y tomamos caminos diferentes, de tal manera que difícilmente nuestras vidas volvieron a encontrarse; en mi caso únicamente tenía conocimiento de que algunos de ellos ejercían su profesión en esta capital y prestaban sus servicios en instituciones del sector público, como sucedió con el Dr. Silva García. Otros compañeros médicos del internado de pregrado fallecieron prematuramente, como sucedió con los Dres. Efraín Alberto Castellanos García y Armando Zeferino Leyva Ramos.
Con la Dra. Sandra Graciela Pérez Guerrero Zamora, quien también fue mi compañera de Internado de Pregrado en el mencionado periodo, coincidimos en distintos momentos de nuestro desarrollo profesional en los Servicios de Salud de Oaxaca y en el Consejo Estatal para la Prevención y Control del Sida, COESIDA, dependencia esta última donde terminó su ciclo laboral el 31 de marzo del 2014. Lamentablemente, el pasado 10 de diciembre también falleció tan estimada y reconocida médica oaxaqueña. Quiero dedicar las próximas líneas a la Dra. Pérez Guerrero porque considero conveniente rendirle un tributo póstumo por su calidad humana y su connotada trayectoria profesional. Entre sus haberes curriculares destaca su especialidad en Salud Pública, tras lo cual trabajó en el Centro Nacional de Diagnóstico y Referencia y en la Dirección General de Epidemiología, de la Secretaría de Salud federal, en donde se desempeñó con un elevado sentido de responsabilidad en los puestos que le fueron asignados.
Al retornar al Estado, la Dra. Pérez Guerrero fue directora del Centro de Salud Urbano No. 1, jefa de la Oficina de Enfermedades Crónicas, Directora de Regulación y Fomento Sanitario y Directora de Planeación y Desarrollo de la Salud, en los Servicios de Salud de Oaxaca. A partir del año 2000 y hasta su retiro colaboró como Asesora de la Dra. Gabriela Velásquez Rosas en el COESIDA, tiempo en que resultó ser un elemento de enorme valía para esta última. Conocí y traté a su señor padre, el Dr. Jorge Pérez Guerrero, de quien adquirió un agudo sentido del humor y su carácter festivo. Al retirarse a la vida privada se dedicó, entre otras cosas, a disfrutar a sus nietos al lado de su esposo, el estimado Dr. Enrique Jaimes. Dra. Sandra y Dr. Otilio, que el creador los tenga en su santa gloria. Descansen en paz.
La muerte del Dr. Silva García, muy reconocido en su especialidad y excelente padre de familia, a cuya esposa, la Dra. Gloria Inés Palacios Cuevas, le reitero mis más sentidas condolencias en estos difíciles momentos, me hizo recordar nuevamente los tiempos idos de nuestro internado de pregrado en el Hospital General de Zona No. 1 del IMSS en esta Ciudad; aquella etapa de nuestras vidas en la que apenas teníamos 23 años de edad y estábamos llenos de ilusiones ante un futuro que parecía promisorio al estar cerca de concluir nuestra preparación como médicos, pues luego del internado sólo nos faltaría el año del servicio social para cubrir ese gran objetivo y, por supuesto, el examen profesional. La vida en el hospital transcurría para nosotros con un sinfín de actividades que desarrollar durante el día y luego en guardias terciadas; si bien es cierto que el trajín era tremendo y en no pocos momentos sentíamos estrés y angustia cuando nos encontrábamos entre la vida y la muerte con pacientes en estado crítico, la fortaleza física y mental propia de la juventud nos permitió salir avantes de ese gran reto. Al concluir la licenciatura la mayoría de los nuevos médicos optó por realizar una especialidad y tomamos caminos diferentes, de tal manera que difícilmente nuestras vidas volvieron a encontrarse; en mi caso únicamente tenía conocimiento de que algunos de ellos ejercían su profesión en esta capital y prestaban sus servicios en instituciones del sector público, como sucedió con el Dr. Silva García. Otros compañeros médicos del internado de pregrado fallecieron prematuramente, como sucedió con los Dres. Efraín Alberto Castellanos García y Armando Zeferino Leyva Ramos.
Con la Dra. Sandra Graciela Pérez Guerrero Zamora, quien también fue mi compañera de Internado de Pregrado en el mencionado periodo, coincidimos en distintos momentos de nuestro desarrollo profesional en los Servicios de Salud de Oaxaca y en el Consejo Estatal para la Prevención y Control del Sida, COESIDA, dependencia esta última donde terminó su ciclo laboral el 31 de marzo del 2014. Lamentablemente, el pasado 10 de diciembre también falleció tan estimada y reconocida médica oaxaqueña. Quiero dedicar las próximas líneas a la Dra. Pérez Guerrero porque considero conveniente rendirle un tributo póstumo por su calidad humana y su connotada trayectoria profesional. Entre sus haberes curriculares destaca su especialidad en Salud Pública, tras lo cual trabajó en el Centro Nacional de Diagnóstico y Referencia y en la Dirección General de Epidemiología, de la Secretaría de Salud federal, en donde se desempeñó con un elevado sentido de responsabilidad en los puestos que le fueron asignados.
Al retornar al Estado, la Dra. Pérez Guerrero fue directora del Centro de Salud Urbano No. 1, jefa de la Oficina de Enfermedades Crónicas, Directora de Regulación y Fomento Sanitario y Directora de Planeación y Desarrollo de la Salud, en los Servicios de Salud de Oaxaca. A partir del año 2000 y hasta su retiro colaboró como Asesora de la Dra. Gabriela Velásquez Rosas en el COESIDA, tiempo en que resultó ser un elemento de enorme valía para esta última. Conocí y traté a su señor padre, el Dr. Jorge Pérez Guerrero, de quien adquirió un agudo sentido del humor y su carácter festivo. Al retirarse a la vida privada se dedicó, entre otras cosas, a disfrutar a sus nietos al lado de su esposo, el estimado Dr. Enrique Jaimes. Dra. Sandra y Dr. Otilio, que el creador los tenga en su santa gloria. Descansen en paz.
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