La Hepatitis “C” crónica no espera
En sesión plenaria especial de la LXXII Reunión Anual de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, celebrada en Cancún la semana pasada, se presentó el tema: “Proyecciones, anticipaciones y planes para la eliminación de la Hepatitis C en México”, cuya exposición estuvo a cargo del Dr. David Kershenobich Stalnikowitz, prestigiado médico mexicano a nivel internacional y actualmente Director General del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. De su excelente intervención es de resaltar el compromiso asumido por nuestro país de controlar, eliminar y erradicar el virus causante de una enfermedad que se considera grave, que puede tener como consecuencia problemas de salud a largo plazo, incluyendo daño del hígado, falla hepática, cáncer del propio órgano o hasta la muerte, si no se trata de manera oportuna. El reto debe cumplirse antes del 2030, para atender uno de los objetivos de la Organización Mundial de la Salud. También sobresale, de lo dicho por el ponente, que la Hepatitis C se puede curar ahora. Pero hay algo más de su interesante disertación.
La evolución de la presencia del virus de la Hepatitis C en el hígado comienza por una infección aguda en el 15 al 25% de las personas infectadas; el siguiente paso es la infección crónica, observándose manifestaciones extrahepáticas en un 75 a 85% de los casos; posteriormente, un 10 a 20% de los individuos evolucionan hacia la Cirrosis hepática; ésta se puede descompensar, lo que trae como consecuencia que se reduzca el índice de supervivencia hasta en un 50% en cinco años. La aparición del cáncer del hígado, conocido médicamente como Hepatocarcinoma ocurre en estadios avanzados de la enfermedad entre 1 y 4% por año y el fallo hepático por insuficiencia del órgano puede observarse en el 4% de los pacientes. La Cirrosis hepática es uno de los principales problemas de salud en México, pues es la sexta causa de mortalidad general y la tercera en hombres de 15 a 64 años de edad. La Cirrosis es una formación extensa de cicatrices en el hígado, que impiden su normal funcionamiento y sin dicho órgano no se puede vivir.
El virus de la Hepatitis C provoca una de las infecciones transmitidas por la sangre más común alrededor del mundo. Lo puede contraer una persona si entra en contacto con sangre infectada, como resultado de cualquiera de los siguientes factores de riesgo: Haber recibido trasplante de órganos antes de 1995; haber usado drogas intranasales; tener tatuajes o piercings; tener el VIH; haber usado drogas intravenosas, aunque haya sido una sola vez, hace mucho tiempo; haber nacido de una madre con Hepatitis C; compartir hoja de afeitar o un cepillo de dientes con alguien que tiene Hepatitis C; haber recibido transfusión de sangre o productos sanguíneos (plasma o plaquetas) antes de 1995; haber recibido hemodiálisis durante un periodo prolongado; profesionales de la salud que se hayan pinchado accidentalmente con una aguja y si se han tenido o se tienen prácticas sexuales de alto riesgo (múltiples parejas y/o contacto con sangre).
Se detecta por medio de una prueba tan sencilla que solo requiere una gota de sangre extraída de un dedo y el resultado se dispone en menos de 10 minutos. Con frecuencia la infección puede cursar asintomática, por lo que también se le llama enfermedad silenciosa, convirtiéndose en un peligro el no saber que se tiene. Los síntomas se presentan cuando la progresión de la enfermedad es grave y el hígado ya está muy dañado. Si la enfermedad evoluciona el daño a dicho órgano puede ser irreversible. Quien tiene Hepatitis crónica debe consultar a un médico; él le informará sobre los cambios en el estilo de vida que debe asumir, cómo alimentarse de forma más sana, que debe hacer ejercicio y evitar el consumo de alcohol. También informará sobre las opciones actuales para curar la enfermedad. Hay que preguntar cuáles médicos son expertos en Hepatitis C crónica, pues ellos pueden diseñar un plan según las necesidades de cada individuo. Hoy en día la Hepatitis C se puede curar con tratamientos tan cortos como 12 semanas y con pocos efectos secundarios. Nunca como ahora la frase que reza: “es mejor prevenir que lamentar”.
La evolución de la presencia del virus de la Hepatitis C en el hígado comienza por una infección aguda en el 15 al 25% de las personas infectadas; el siguiente paso es la infección crónica, observándose manifestaciones extrahepáticas en un 75 a 85% de los casos; posteriormente, un 10 a 20% de los individuos evolucionan hacia la Cirrosis hepática; ésta se puede descompensar, lo que trae como consecuencia que se reduzca el índice de supervivencia hasta en un 50% en cinco años. La aparición del cáncer del hígado, conocido médicamente como Hepatocarcinoma ocurre en estadios avanzados de la enfermedad entre 1 y 4% por año y el fallo hepático por insuficiencia del órgano puede observarse en el 4% de los pacientes. La Cirrosis hepática es uno de los principales problemas de salud en México, pues es la sexta causa de mortalidad general y la tercera en hombres de 15 a 64 años de edad. La Cirrosis es una formación extensa de cicatrices en el hígado, que impiden su normal funcionamiento y sin dicho órgano no se puede vivir.
El virus de la Hepatitis C provoca una de las infecciones transmitidas por la sangre más común alrededor del mundo. Lo puede contraer una persona si entra en contacto con sangre infectada, como resultado de cualquiera de los siguientes factores de riesgo: Haber recibido trasplante de órganos antes de 1995; haber usado drogas intranasales; tener tatuajes o piercings; tener el VIH; haber usado drogas intravenosas, aunque haya sido una sola vez, hace mucho tiempo; haber nacido de una madre con Hepatitis C; compartir hoja de afeitar o un cepillo de dientes con alguien que tiene Hepatitis C; haber recibido transfusión de sangre o productos sanguíneos (plasma o plaquetas) antes de 1995; haber recibido hemodiálisis durante un periodo prolongado; profesionales de la salud que se hayan pinchado accidentalmente con una aguja y si se han tenido o se tienen prácticas sexuales de alto riesgo (múltiples parejas y/o contacto con sangre).
Se detecta por medio de una prueba tan sencilla que solo requiere una gota de sangre extraída de un dedo y el resultado se dispone en menos de 10 minutos. Con frecuencia la infección puede cursar asintomática, por lo que también se le llama enfermedad silenciosa, convirtiéndose en un peligro el no saber que se tiene. Los síntomas se presentan cuando la progresión de la enfermedad es grave y el hígado ya está muy dañado. Si la enfermedad evoluciona el daño a dicho órgano puede ser irreversible. Quien tiene Hepatitis crónica debe consultar a un médico; él le informará sobre los cambios en el estilo de vida que debe asumir, cómo alimentarse de forma más sana, que debe hacer ejercicio y evitar el consumo de alcohol. También informará sobre las opciones actuales para curar la enfermedad. Hay que preguntar cuáles médicos son expertos en Hepatitis C crónica, pues ellos pueden diseñar un plan según las necesidades de cada individuo. Hoy en día la Hepatitis C se puede curar con tratamientos tan cortos como 12 semanas y con pocos efectos secundarios. Nunca como ahora la frase que reza: “es mejor prevenir que lamentar”.
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