Juan Cedeño Ferreira, ilustre salubrista

El 14 de junio de 1994 falleció el Dr. Juan Cedeño Ferreira, originario de Morelia, Michoacán, ilustre salubrista graduado en la Escuela de Salud Pública de México y que durante 12 años ejerció un excelente liderazgo al dirigir los entonces Servicios Coordinados de Salud Pública en el Estado, cargo del que con humildad se separó el 16 de enero de 1981 cuando presentó su renuncia al gobernador Pedro Vásquez Colmenares, a pesar de que había sido ratificado por él. Colaboré en el equipo cercano al Dr. Cedeño durante ocho años, tiempo suficiente para haberlo conocido y valorado su desempeño como jefe; además, él me impulsó para que yo también me graduara como maestro en Salud Pública. En recuerdo a su egregia figura narro a continuación una de tantas anécdotas que viví con tan connotado sanitarista.

Sucedió que encontrándome en acuerdos con el Dr. Cedeño en su oficina, en ese momento le habló su secretaria por teléfono para comentarle que con ella se encontraba el médico residente del Hospital General “Dr. Aurelio Valdivieso”, que había tenido problemas por su comportamiento durante una guardia y que deseaba entrevistarse con él. El Dr. Cedeño le indicó a su secretaria que esperara un momento el interesado. De pronto me levanté de mi asiento expresándole al jefe que luego volvería para continuar nuestros asuntos, pero me señaló que me quedara y observara, me dio algunos antecedentes del médico, señalándome que dicho profesionista había abandonado su guardia y al retornar en estado de ebriedad, ocasionó una serie de problemas con su conducta. Luego le solicitó a su secretaria que pasara el susodicho; este último iba impecablemente uniformado de blanco y al penetrar a la oficina, luego de presentarse comenzó a proferir una retahíla de palabras en contra de las autoridades del hospital, al mismo tiempo que tomaba asiento. Ante esta actitud poco comedida y nada juiciosa del querellante, el Dr. Cedeño le ordenó que permaneciera de pie pues él no le había autorizado que se sentara.

El médico, sin dejar de mostrar su enojo alzó la voz para solicitar que se le hiciera justicia, pues en el hospital se había determinado suspenderlo temporalmente como medida disciplinaria. El Dr. Cedeño entonces le preguntó ¿Qué cree usted que debe hacerse?, respondiéndole el médico que se le volviera a instalar pues lo sucedido era puro invento y que no era para tanto. Al decir esto el jefe de los Servicios se puso de pie y sin miramiento alguno le respondió “¡Yo soy el que tomo las decisiones en casos como el presente; tengo los fundamentos suficientes debidamente integrados en un expediente que se ha conformado para enviarlo a la ciudad de México, pero quiero decirle que mis facultades me permiten informarle que a partir de este momento usted causa baja del servicio! ¡Váyase al hospital para que recoja sus pertenencias y luego regrese por su oficio de baja!”

Al escuchar lo anterior, cambió totalmente la actitud soberbia y desafiante del médico residente. Profiriendo algunas palabras de manera incoherente, no alcanzaba a comprender que tan pronto se tomara una decisión tan contundente. Entonces le pidió, con palabras entrecortadas al Dr. Cedeño que le permitiera terminar su residencia pues estaba próximo a concluirla. El Dr. Cedeño le contestó que no, que eso lo hubiera pensado antes de cometer el error por el que estaba ahí; el médico residente en una actitud totalmente imprevista, de repente se puso de rodillas, pidiéndole perdón al jefe y solicitándole su apoyo para que no le cancelara su residencia. El jefe le dijo que se levantara, que eso no era de hombres, pero que tal humillación era suficiente para reconsiderar su caso, expresándole que esa experiencia le sirviera para su vida futura. Llamó a su secretaria y le indicó que llamara por teléfono al director del hospital para tratar el asunto del médico; volviéndose hacia él simplemente le dijo “¡Ya puede irse, aprenda!”. Cuando se retiró el becario me preguntó el Dr. Cedeño con una sonrisa y alisándose el bigote con ambas manos ¿Ya vio cómo se manejan esta clase de problemas? ¡Usted también aprenda! De ese calibre fue tan carismático personaje.

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