Hospital de la Niñez Oaxaqueña

Resulta vergonzoso lo que ocurre con el Hospital de la Niñez Oaxaqueña, con casi dos décadas de vida y que lleva el nombre de un querido y distinguido médico pediatra, el Dr. Guillermo Zárate Mijangos, por cierto, el primero que lo dirigió. Rescato, de los antecedentes históricos de este importante nosocomio, construido ex profeso para la atención médica infantil de alta especialidad y único en la entidad, que en sus orígenes lo apoyó un patronato y que luego de cuatro titulares, cuya duración en el puesto casi fue efímera, se hizo cargo el Dr. Octavio Manuel Corres Castillo, con posgrado en administración de hospitales, quien le dedicó tiempo, interés, cariño y esfuerzo para que pudiera operar con un raquítico presupuesto. Antes de aceptar esa responsabilidad, el Dr. Corres fue el primero en dirigir la Casa Hogar Los Tamayo, del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, puesto que ganó de manera brillante, pues lo obtuvo por oposición, y en los Servicios de Salud de Oaxaca se había desempeñado con dedicación y eficiencia como director de varios hospitales, como fue el caso del Hospital General de Huajuapan de León “Pilar Sánchez Villavicencio”.

El Dr. Corres Castillo se vio en la penosa necesidad de presentar su renuncia ante el gobernador del estado, Gabino Cue Monteagudo, en el mes de abril del 2011, luego de casi 10 años de conducir los destinos del importante Hospital; conozco la causa, porque él mismo me lo comentó, y lo único que puedo expresar es que fue indigna y humillante la forma como se vio obligado a separarse del Hospital, siendo el Dr. Corres un servidor público de reconocida solvencia moral y ética, transparente en su manera de actuar, con un sentido de responsabilidad a toda prueba y dotado de una gran calidad humana. Así lo conocemos quienes lo hemos tratado a lo largo de más de cuarenta años. Prueba de ello es que volvió a dirigir la Casa Hogar Los Tamayo, donde está por cumplir siete años. Destaca de la gestión del Dr. Corres que los trabajadores nunca paralizaron los servicios del Hospital, que fue en este donde por primera vez se realizó una cirugía a corazón abierto con apoyo de circulación extracorpórea, que se dispuso de un quirófano con flujo laminar, que todos sus programas fueron acreditados por el Seguro Popular, que dispone de 21 especialidades y con instalaciones y equipamiento modernos y dotados de la más alta tecnología: Unidad de Cuidados Intensivos con 11 camas, Sala Oncológica y Sala para la Atención para Niños Quemados, esta última única en su tipo en el sureste de México, servicios que fueron inaugurados por el entonces presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa.

El 16 de diciembre del 2012, otro connotado salubrista se hizo cargo del Hospital, el Dr. Armando Altamirano Jiménez, también con posgrado en administración de hospitales, con un amplísimo curriculum y una vasta experiencia; en el lapso de su gestión hubo mejoras que llevaron a que el nosocomio recibiera seis acreditaciones de nivel federal; gracias a ello pudo gestionar una importante inyección de recursos ante la Federación; lo separó del puesto su nombramiento como Subdirector General de Innovación y Calidad de la Secretaría de Salud del Estado. En el último año y medio la Dra. Rocío Arias Cruz, médico pediatra y con posgrado en administración de hospitales, valientemente aceptó la responsabilidad de hacerse cargo de la dirección del Hospital. El cielo se le vino encima por la hecatombe que han sufrido los recursos de su paupérrimo presupuesto; ante la presión sindical se vio obligada a presentar su renuncia esta semana. Ahora ha sido nombrado un médico especialista en neonatología, de nombre Luís Aquino Santiago. En este caso el Dr. Aquino será excelente pediatra, ¿pero existen evidencias de que está preparado para dirigir un Hospital de Alta Especialidad como el que nos ocupa y del que al parecer está en trámite su incorporación definitiva a la Federación? Sugiero que además de dotarle los recursos que necesita, se realice una profunda evaluación de todos sus servicios, para optimizar su funcionamiento. Solo así se podrá garantizar su operatividad con eficacia, eficiencia y efectividad.

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